Padecemos tú de carne y yo de hueso,
unos besos desconsolados
unas caricias desconcertantes,
te arriesgabas casi lo suficiente,
me estrechabas para nada
apenas unas palabras y era todo,
Entonces te bastaba con ser sangre
y yo sangre efímera del destino.
tenemos mucho que escucharnos
y muy poco que decirnos.
Vámonos así de juntos, así de solos,
construyamos paraísos que no compartimos,
memorias y recuerdos que no nos inspiraron,
tocándonos el cuerpo que nunca conocimos.
¿Y si nos tratamos de otra forma,
talvez como si nos hubiéramos entendido?
¿Si nos disfrazamos de encubiertos
y nos enamoramos sin testigos?
Prefieres seguir contando una historia,
esa, en la que fuimos sólo viejos amigo.
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